La viveza criolla como crisis social

En el Perú existen vínculos que son la base de la sociedad, uno de ellos, complicidad, está presente en toda la sociedad peruana y se encuentra unida a una ficción ideológica sobre la imagen de que “todos estamos en el mismo fango”, nadie debería meterse con nadie. Otra característica de la complicidad es de ser propuesta que busca legalizar la dominación social que se presenta como característica inmodificable en la base de la sociedad. Entonces, al tomar conciencia de la primera y así estructurar y fundamentar la segunda debería conducirse a una sociedad justa y solidaria, es decir  “una sociedad de ciudadanos”. Pero el uso de la corrupción pone en evidencia que ese modelo, sociedad de cómplices, no sigue ese fin.

El termino corrupción que es un modo de gobernabilidad de las instituciones, implica la formación de mafia, protagonistas de la corrupción; clientes, apoyan con su complicidad sin participar en el poder; excluidos, aquellos cuyos derechos son ignorados. Y la única forma como neutralizar a las gobernaciones corruptas es que los excluyentes no tengan una actitud pasiva.

El exceso de retribuciones que recibe el grupo de mafiosos, protagonistas de la corrupción, se convierte en la falta de oportunidades con la que se expresan los excluidos, de quienes abusan sus derechos; en otras palabras en este tipo de gobernabilidad el fin no es primariamente el servicio del público, sino el beneficiarse a costa de todos. Un ejemplo claro es la que se ve hoy en día, que muchas personas necesitan tener hasta tres trabajos para poder alimentar a su familia por que los ingresos de uno solo no es suficiente.

Cuando la autoridad es débil, un individuo puede encontrar razones fundamentadas, acción racional, para delinquir, corruptor. Hasta el punto de no cometer esas acciones solo por motivaciones económicas, sino convertirse en el gusto simplemente de corromper, hasta quebrar la integridad de los demás, es decir proceso en la que se convierte en el poseedor de la voluntad del otro.